- Vivir en el presente, aquí y ahora. La práctica de mindfulness contribuye a ello.
- Pasar más tiempo con los seres queridos. El cáncer suele ser como un tamiz que selecciona las relaciones personales auténticas de las que no lo son.
- Reflexionar sobre lo que ha pasado. El tratamiento, las emociones vividas, han pasado de forma rápida sin mucho detenimiento, pararse a digerirlas ayuda a poder integrarlas y encajarlas en nuestra vida.
- Hablar sobre los sentimientos. Expresarlos de alguna manera, ponerles nombre, miedo, alegría, tristeza, ilusión etc…
- Mejorar en el autocuidado. Cuidar la alimentación, el sueño y descanso, practicar ejercicio físico,…
- Reflexionar sobre el cambio de valores. ¿hacia donde quiero que vaya mi vida? ¿en qué quiero invertir mi tiempo?
- Mantener una conducta proactiva respetando el propio ritmo. Poco a poco, sin prisas, traducir en conducta los cambios que hemos planeado hacer.
En definitiva, pese a las dificultades, es posible volver a la vida normal después de un cáncer, no igual que antes sino mejor que antes.